Hace más de dos décadas que Ricardo Ugarte, celebró su primera individual en San Sebastián. Desde entonces, ha logrado situarse en la cima, no solo de escultura española contemporánea, sino de otros campos en los que se halla experimentando con idéntica dedicación y entusiasmo, como son la pintura, el grabado o la poesía visual. Han sido muchas las exposiciones realizadas, muchos los premios recibidos, pero nunca se termina de alcanzar la meta para quien piensa que en arte y particularmente en escultura siempre hay algo por descubrir. Ricardo Ugarte, escultor vasco de fuerte apego a ciertos aspectos de su tierra, eligió un día el hierro con el fin de conseguir una vía nueva en la cual orientar sus indagaciones, adoptando progresivamente una actitud conceptual frente a la obra dotando a cada pieza del contenido espacial que precisa un trabajo basado en el equilibrio dinámico de volúmenes en expansión horizontal o vertical. Dentro de ese proceso de integración y síntesis, juega un papel prioritario el estudio del lugar al que van destinadas estas piezas férreas de grandes dimensiones. El desarrollo de formas geometrizantes tiene por tanto u punto de arranque en la ubicación, en el espacio. Tanto en esculturas que ocupan interiores como la expuestas al aire libre, Ugarte tiene muy en cuenta los factores externos a la propia estructura matérica y formal de la obra, como la luz, la atmósfera y el colorido de que se va a rodear, aspectos que sin duda inciden de una u otra manera en el comportamiento estético, y por ende en la transmisión de información e impactos que el observador percibe. En todas las composiciones de Ugarte existe esa tendencia minimalista que se inclina hacia la unidad del conjunto, hacia la pureza de líneas, texturas y cromatismos.

AMALlA GARCÍA RUBí